NUNCA MÁS EL TEMOR
Jujuy, 12 de Septiembre de 2012
En recientes y públicas declaraciones, la presidente de la Nación, expresó que hay que temerle. No importa a los efectos que haya señalado la proporción, en este caso, “un poquito”, porque temer al gobernante en un Estado de derecho, que se precia de respetar los “derechos humanos”, es reprochable cualquiera sea la magnitud del temor que se busca infundir.
Los argentinos hemos transitado largamente el camino del miedo. Y el solo pensar que un gobernante nos evoca el recuerdo de cimentar la relación Estado – ciudadano, sobre la base del temor, definitivamente aterroriza.
Efectuar estas declaraciones, equivalieron a barrer con los esfuerzos de veintinueve años de intentar edificar y fortalecer la democracia. La brutal confesión de la primer mandataria de la Nación, nos recuerdan tristemente la obra “El Príncipe” de Maquiavelo: “Esto da pie a una discusión: si es mejor ser amado que temido, o a la inversa. La respuesta es que ambas cosas son deseables, pero puesto son difíciles de conciliar, en el caso de que haya que prescindir de una de las dos, es mas seguro ser temido que ser amado”.
La soberanía del pueblo quedó herida de muerte con estas declaraciones. El pueblo soberano no puede ser convocado a “temer” por lo menos en una democracia.
El vínculo jurídico político que entraña la ciudadanía, debe construirse sobre los derechos y obligaciones. Derechos que emergen de la Ley Fundamental y que se tutelan para garantizar la plenitud de su ejercicio, entrañando al mismo tiempo el compromiso de cumplir con los deberes, conformando el plexo sobre el que se edifica la organización social en un Estado democrático.
El pueblo es soberano y el gobierno es el representante del pueblo. Cuando un gobernante le dice a su pueblo que debe temerle, aunque sea “un poquito” es porque claramente existe un quiebre en ese vínculo de representación. Se recurre al temor, cuando la razón y la ley han perdido su capacidad. Será este el caso?
Queremos confiar en que la presidente ha tenido alguna intención que puede explicarse al pronunciar esta expresión tan poco feliz y que prontamente rectificará su pedido a la ciudadanía, reclamando en todo caso respeto, confianza, derechos y deberes, pero nunca más, el temor.
Mario Fiad.-